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jueves, 16 de septiembre de 2010

Estar en el infierno es una cosa de locos






La huelga médica de marzo de 1987 provocó el abandono generalizado de los establecimientos públicos. Resulta que el sector más radical estaba conformado por el personal del hospital Larco Herrera. Se filtró la información de que uno de los internos del recinto murió debido a un cuadro de desnutrición. De tal manera, que los medios de comunicación de publicar la noticia durante quince días, sin obtener respuesta alguna de las autoridades de salud.

El, entonces, joven periodista Eloy Jáuregui se enteró del asunto y decidió profundizar en el tema debido a los informes que indicaban que estaban muriendo cada vez más internos. En ese sentido, coordinó una entrevista con el Ministro de Salud que no tuvo éxito. Sin embargo, interesado en develar lo que en realidad venía ocurriendo al interior del hospital, decidió internarse por voluntad propia. Esa noche le comunicó a su esposa la decisión y preparó la ropa más desgastada con la que contaba.

A la mañana siguiente, luego de ocultar su carnet de prensa en una de sus medias, ingresó al penal luego de mencionar en la puerta que tenía la intención de asesinar a su propio padre. Fueron tres noches las que Jáuregui pasó en el hospital y en sus propias palabras “era un infierno”. El periodista menciona que en las noches ingresaban por uno de los muros colindantes a la calle, vendedores de pasta básica de cocaína y que los internos al no contar con dinero, no tenían más opción que prostituirse para obtener la droga. Por otro lado, al no estar bien alimentados, los enfermos mentales, se alimentaban de excremento o de restos de comida que caían de las ollas trasladadas de la cocina al comedor.

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