Texto Original: "Crónica de una muerte anunciada"
El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros. 'Siempre soñaba con árboles', me dijo Plácida Linero, su madre, evocando 27 años después los pormenores de aquel lunes ingrato.
Reescritura: "Camino a la perdición"
Sonó el despertador y abrió los ojos. Pedro Vargas no solía madrugar con frecuencia, pero ese día tenía muchas tareas pendientes. Tal vez, hubiera sido mejor permanecer en cama, pero el destino no cree en quimeras. Tuvo un sueño cálido, en el que recordaba su tierra natal, con sus verdes valles y el cantar de las aves silvestres, pero al despertar todo era frío y lúgubre. Ese día lo iban a matar.
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